Prepara una olla mediana y profunda.
Lava las ciruelas y trocéalas.
Ve poniendo los trozos de ciruela en la olla y deshecha los huesos.
Cuando estén todas las ciruelas troceadas y en la olla, enciende el fuego a la mitad.
Cuando el fuego haya empezado a chiporrotear y veas que las ciruelas se empiezan a cocinar, añade la miel.
Quizás ahora tengas que bajar el fuego un punto y dejarlo así durante, aproximadamente, 40 minutos. Controla y remueve de vez en cuando. La mezcla irá perdiendo agua y se espesará cada vez más.
Cuando haya pasado el tiempo establecido y veas que la mezcla tiene textura de mermelada, añade el zumo de limón y deja reposar durante 2 horas hasta que se enfríe.
Si te gusta la mermelada líquida, cuando se haya enfriado tendrás que batirla con una batidora. A mí, personalmente, me gustan los grumos. Y hay que tener en cuenta, además, que con la propia acción del calor la ciruela se deshace bastante y no van a quedar tantos grumos como pueda parecer.
Cuando esté fría, pasa a tarros de cristal y guarda en la nevera hasta un máximo de 7 días. Si no la regalas o no la consumes en una semana, puedes envasarla al baño maría para que las tengas en la despensa y puedas usarla en el futuro.